POLINESIA

Con el nombre de polinesios o polinesianos son conocidos una serie de pueblos establecidos en una gran extensión geográfica, que abarca las islas y archipiélagos del océano Pacífico comprendidos bajo la denominación de Polinesia. Está situada entre los 30° de lat. N, 48° de lat. S, 11° de long. O, y 165° long. E, en una extensión de 5.000 millas cuadradas, formando un triángulo, cuyos vértices los constituyen las islas Hawai o Sandwich al N, la isla de Pascua al E, y Nueva Zelanda al S. Pese al gran área que abarca y a la diversidad de islas y archipiélagos, hay gran homogeneidad en las características raciales y culturales de sus habitantes, que hablan lenguas similares del grupo malayo-polinésico (v. v).
Caracteres raciales. Pertenecientes al tronco racial mongoloide o amarillo, su piel es de color claro, de tono oliváceo; su estatura es elevada (1,73 m. como media), son corpulentos y tienen cráneo braquicéfalo (en Nueva Zelanda se acusa cierta tendencia a la dolicocefalia), rostro oval, nariz saliente y ojos rectos, cabellos oscuros lisos u ondulados, y escasa pilosidad; están muy atenuados los caracteres mongoloides, por lo que algunos antropólogos los incluyen en el tronco caucasoide.
Historia de los polinesios. La historia de los polinesios se conserva en los relatos de sus viajes y en las genealogías de antepasados heroicos y semidioses. Coinciden los relatos en situar su punto de origen en el O, y este dato concuerda con los testimonios filológicos que colocan su procedencia en un remoto lugar del lejano Occidente denominado Hawaiki, identificado como la isla de Java. Anteriormente habrían partido de un país llamado Atiata-Waringa, probablemente identificable con la India. Cronológicamente y en base a un cómputo realizable sobre las listas de generaciones, coincidentes entre sí, y conservadas en islas tan alejadas geográficamente como Nueva Zelanda, Hawai y Marquesas, obtenemos como probable fecha de partida de Hawaiki aprox. el s. i a. C. De su estancia en esta isla, donde probablemente recogerían el árbol del pan, originario de la isla de lava, y cuyo descubrimiento se atribuye al héroe divinizado Tangaroa, tomarían su lenguaje actual.
Bajo la dirección de Maui, hijo de Tangaroa, comenzaron su emigración a través de los mares para alcanzar la P. central hacia el s. vi, poblando desde ahí el resto de la Polinesia. Para llegar hasta este lugar desde lava, pudieron haber seguido dos rutas, en las que existe el necesario requisito de islas que jalonen el camino: bien a través de la Melanesia, por el N de Nueva Guinea, islas Salomón y Fiji, para alcanzar desde ahí Samoa, bien a través de la Micronesia siguiendo las islas Yap, Palao, Carolinas y desde éstas llegar al grupo de las Marshall en dirección a Hawai, o desde las Gilbert descender a la P. central. A la luz de recientes estudios e investigaciones, el etnólogo sir Peter Buck considera improbable la navegación por la ruta melanésica, inclinándose por el camino que lleva a las islas Gilbert a través de la Micronesia, suponiendo que desde ahí pasaron a las islas Ellice, Samoa y al resto de la P. central, de donde partirían en varias direcciones, abordando las islas más lejanas, Pascua y Nueva Zelanda, en tiempos relativamente recientes.
No hemos de ver en estas navegaciones un fenómeno continuo de emigración hacia el Oriente, sino hemos de pensar en intentos, no siempre seguidos de éxito, y en tanteos y exploraciones previas. Así, parece que Nueva Zelanda (v.) recibió los primeros inmigrantes polinésicos hacia el s. X, pero la afluencia de grandes contingentes no fue anterior al 1350. Estas navegaciones a través del Pacífico, cuya mayor intensidad se registra hacia el s. X suponen unos conocimientos náuticos (estudio de los vientos, corrientes, posición de las estrellas, etc.) y una perfección técnica (invento de la piragua de balancín), que los polinesios consiguieron en el transcurso de cientos de años de navegación; parece que incluso llegaron a determinar el punto mediante calabazas huecas.
También se han formulado hipótesis pretendiendo explicar el poblamiento de las islas de la P. desde las costas americanas, en base a la comparación de ciertos elementos culturales aislados de unos y otros, pero los argumentos esgrimidos son de escaso valor científico. Sí es posible defender, en cambio, que hubiera algunos contactos entre determinados grupos polinesios y los habitantes del continente americano, y que quizá los polinesios se acercaran a las costas americanas, pero para afirmarlo se necesitaría una confirmación etnológica y arqueológica que hoy no poseemos.
Durante el s. XIII, en la P. central, Tonga logró cierta hegemonía; se colonizaron algunas pequeñas islas al E de las Salomón, en la Melanesia, donde la influencia polinesia es patente. Las relaciones comerciales en esta época fueron incesantes, y los relatos nos hablan de navegaciones que llegan hasta el «mar cuajado» (zonas polares) y al lugar donde habita la «hembra marina» (foca). Después se registra una cierta decadencia.
En 1596 tuvo lugar el primer contacto de los polinesios con el mundo europeo, cuando el español Álvar de Mendaña llegó a las islas Marquesas, transmitiendo al mundo occidental la sorprendente noticia de la existencia de los «salvajes blancos». Durante los s XVII y XVI<< el contacto con los europeos fue esporádico, pero a principios del s. xtx la acción de traficantes, aventureros y balleneros fue fatal en toda la P., diezmada por nuevas enfermedades, como la viruela y el sarampión, y por los embarcos forzosos, organizándose a partir de 1850 una explotación sin escrúpulos de las islas y sus habitantes. A fines del s. XIX, cuando tuvo lugar el reparto de la P. entre Inglaterra, Alemania, Francia y Estados Unidos, la población aborigen se encontraba notoriamente disminuida; en 1870 se calcula que existían 690.000 polinesios, habiéndose reducido a 200.000 en 1930. Posteriormente se ha contenido esta tendencia, asimilando los polinesios con gran rapidez las formas de vida occidentales. El número aproximado de polinesios es de 300.000.
Economía y tecnología. La base de la vida económica de los polinesios lo constituía primordialmente la pesca, que realizaban mediante múltiples procedimientos, sirviéndose de arpones y grandes redes; también recolectan mariscos, tarea a la que se dedican principalmente las mujeres. Cultivan plantas que, al parecer, trajeron consigo en sus emigraciones transoceánicas: taros, ñames y, especialmente, el árbol del pan y el cocotero, aunque estos dos últimos no se cultivan en Pascua y Nueva Zelanda, por sus condiciones climatológicas. Como animales domésticos poseen gallinas y cerdos (excepto en la isla de Pascua este último), sin que se pueda precisar si llevaron también estos animales en sus emigraciones o se transmitieron a través de la ruta melanésica por un fenómeno de difusión. Fabrican una bebida estimulante y narcótica llamada kawa (piper methisticum), que tiene una importancia ceremonial y ritual. Aunque han perdido las técnicas cerámicas, salvo en las islas Fiji, fabrican recipientes de madera. Sin embargo, existe cerámica en niveles arqueológicos en Tonga, Samoa y Marquesas. Son hábiles cesteros y estereros, para lo que utilizan la fibra de pandano; desconocedores del arte de tejer, confeccionan vestidos a base del tejido vegetal denominado tapa, que obtienen de la corteza de la morera de papel; también fabrican telas de rafia abatanada. Estos trajes se decoran con motivos geométricos en colores rojo y negro. En Nueva Zelanda tejen el lino neozelandés, único lugar de la P. donde se conoce. El logro técnico más importante es la piragua de balancín, cuya construcción se rodea de ceremonial. En Samoa y Tonga se llegaron a construir piraguas dobles de 30 m, de longitud, con capacidad para 140 remeros.
Religión. En las genealogías transmitidas por tradición oral, los jefes y reyes descienden de semidioses y dioses, remontándose ordenadamente hasta diversos fenómenos naturales y abstracciones como la Vida, la Noche, la Oscuridad, etc. Imbelloni ha hecho notar la coincidencia del relato contenido en la Teogonía de Hesíodo con relatos polinésicos, en especial con una versión neozelandesa. El Universo se formó después de la época en que existía la Nada y dominaba la Oscuridad; de una pareja de progenitores, el Cielo y la Tierra (Rangi y Papa), descienden todos los seres y los hombres. Existen una serie de dioses locales y específicos, otorgadores de beneficios imposibles de alcanzar por los mortales. Las prácticas mágicas, en las que los conceptos de maná (v.) y tabú (v.) tienen una especial significación, ocupan un importante papel en la religiosidad de los polinesios. Algunas manifestaciones religiosas de la isla de Pascua, como el culto al «hombre pájaro», han hecho pensar en una posible influencia peruana.
Organización social. La población está dividida en toda la P. en pueblo bajo y nobleza, descendiendo ésta directamente de los dioses y héroes. Se organizan en estirpes exógamas de carácter patriarcal. Los jefes o reyes investidos de sacralidad eran a veces considerados dioses dotados de poderes sobrenaturales, y se les ofrendaba sacrificios humanos. La jefatura o realeza poseía ciertas gradaciones según las islas, y a veces se asistía de un consejo con distintas atribuciones. Es curiosa la institución de la tapou, muchacha elegida entre las familias nobles y que, a diferencia de las demás jóvenes, habría de conservar su virginidad hasta el matrimonio, que solía efectuarse con personas de fuera del poblado. La tapou, símbolo de la belleza y la gracia del pueblo, a cuyo cargo estaba la preparación del kawa, cumplía funciones de representación y ceremonial.
Cultura y arte. Los polinesios se encuentran en un estadio que podríamos denominar Neolítico avanzado, aunque se ha formulado la teoría, por la analogía de ciertas tallas maoríes con objetos metálicos, de que en otra época poseyeron la técnica del trabajo de los metales, hoy perdida. Desconocedores de la escritura, en la isla de Pascua se han hallado, no obstante, algunas tablillas con inscripciones jeroglíficas, que ciertos investigadores atribuyen a influencia peruana. Manifiestan gusto por los adornos de flores y plumas, usan joyas de concha, jade y marfil de ballenas. Los tatuajes, signo de prestigio social, alcanzan su mayor abigarramiento en las islas Marquesas y Nueva Zelanda. Son famosos los collares, mantas e ídolos de Hawai, fabricados a base de plumas multicolores.
Los cantos polinesios revelan su preocupación por sus ideales y héroes, por la naturaleza y las fuerzas sobrenaturales, y están dotados de gran belleza y sentimiento; estos cantos y las danzas guerreras y eróticas se acompañan por la fascinante música producida por gongos, xilófonos y sonidos rítmicos de palmadas y golpes sobre troncos de bambú huecos.
La escultura en madera, extendida por toda la P. y expresiva de ideas ajenas a la mentalidad occidental, alcanza su mayor perfección entre los maoríes (v.) de Nueva Zelanda. La escultura en piedra llega a proporciones colosales en la isla de Pascua. Las viviendas polinésicos, generalmente de planta cuadrada, están construidas con elementos vegetales y edificadas sobre plataformas de piedra, recubriéndose los suelos con esteras. En Nueva Zelanda la vivienda es de tipo rectangular, con cubierta de dos vertientes. Las casas comunales y la del jefe se adornan con magníficas tallas en relieve, que representan figuras humanas, lagartos, dibujos en espiral, etc., ejecutados con gran perfección técnica. En las islas Marquesas se ha desarrollado un estilo particular de representaciones plásticas en madera, piedras, y conchas de tortuga o hueso, que se denominan tiki. En la actualidad el arte y la cultura polinésicos se encuentran en vías de extinción bajo la influencia de la cultura occidental, conservándose en sus formas auténticas únicamente en algunas islas apartadas.

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